El pueblo rohingya en Myanmar, azotada por un ciclón, enterró a sus seres queridos fuera de las aldeas destrozadas y buscó a los desaparecidos, esperando poca ayuda de un gobierno que niega su identidad.
El ciclón Mocha rompió puentes, derribó líneas eléctricas y destruyó chozas cercanas en campamentos de desplazados y aldeas en todo el estado de Rakhine, dejando a decenas de miles de la minoría perseguida aún más al límite.
La Alianza Nacional Arakan Rohingya, una coalición de derechos humanos, dijo en un comunicado que más de 400 personas murieron y se espera que el número de muertos aumente con cientos de desaparecidos.
Muchas personas recogieron montones de escombros que alguna vez fueron sus hogares o quitaron árboles caídos de los caminos de la aldea. Otros buscaron a miembros de la familia que no habían visto desde que el ciclón tocó tierra el domingo. Fue la tormenta más poderosa que azotó la región en una década.
“Intentábamos correr, pero el agua estaba muy alta y nos arrastró hacia abajo”, dijo Sar Hla Ma Kha, de 40 años, del pueblo de Basara. “El agua estaba alrededor de nuestro pecho. Mi hija y su hijo se perdieron mientras corríamos”.
Aa Bul Hu Son, de 66 años, enterró a su hija, el último miembro de su familia que se ha llevado la tormenta.
“Acabo de encontrar su cadáver en el lago del pueblo y la enterré de inmediato. No puedo encontrar palabras para expresar mi pérdida”, dijo.
“Nueve de los 14 miembros de mi familia fueron asesinados”, dijo junto a la tumba excavada apresuradamente. “Mientras pensábamos en mudarnos, las olas vinieron de inmediato y nos llevaron”.
El contacto se estaba restableciendo lentamente con Sittwe, una ciudad de unas 150.000 personas, se despejaron las carreteras y se restableció la conexión a Web.
Las imágenes difundidas por los medios estatales mostraban a las tropas descargando ayuda en el aeropuerto, y los medios estatales informaron que el jefe militar Min Aung Hlaing visitó para ver los daños.
Pero pocos rohingya se mostraron optimistas acerca de recibir ayuda rápidamente. Ampliamente vistos como intrusos de Bangladesh, a los rohingya se les niega la ciudadanía y el acceso a la atención médica, y requieren permiso para viajar fuera de sus municipios.
Una represión militar en Myanmar en 2017 envió a cientos de miles de rohingyas a huir a la vecina Bangladesh con historias desgarradoras de asesinatos, violaciones e incendios provocados.